DÍA INTERNACIONAL DE LA ATAXIA escrito por Claudia Sánchez y Estela García
La ataxia es un trastorno caracterizado por la disminución de la capacidad para coordinar los movimientos, que se manifiesta con temblores en partes del cuerpo cuando se quieren realizar movimientos voluntarios. La ataxia persistente suele deberse a un daño en el cerebelo, parte del cerebro que controla la coordinación.
Existen diferentes afecciones que pueden provocar ataxia como un accidente cerebrovascular, tumores, medicamentos, parálisis cerebral, distonía muscular…
La mayoría de las ataxias son progresivas, pueden comenzar con un ligero sentimiento de falta de equilibrio al caminar (“marcha ebria”) y acabar siendo altamente discapacitantes. No obstante, el grado de progresión, aparte de ser diferente para cada tipo de ataxia y para cada persona, depende de muchos otros factores: genéticos, ambientales y personales. Los primeros síntomas pueden aparecer en cualquier etapa de la vida.
Los síntomas más habituales son:
- Inestabilidad al caminar
- Incoordinación de movimientos de brazos y piernas
- Alteraciones del habla y dificultad para trabajar
- Alteraciones de los movimientos de los ojos
El tratamiento de la ataxia depende de la etiología, por ejemplo, si la ataxia la estuviera provocando un medicamento, habría que suprimir ese medicamento. Si la causa es un tumor, un factor autoinmune o una enfermedad metabólica deberán tratarse estos. Además, existen fármacos o vitaminas específicas para algunas ataxias hereditarias.
En el caso de que no haya un tratamiento, se debe de recurrir a profesionales especializados encargados de mejorar la funcionalidad y la calidad de vida del paciente (logopedas, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y psicólogos).
¿Qué papel tiene el logopeda en la recuperación de la funcionalidad en estos pacientes?
Dado que en las personas que sufren esta patología se ven afectadas las competencias lingüísticas, es necesario evaluar los procesos moteres del habla que se encuentran alterados, así como la respiración y la deglución por debilidad de la musculatura orofacial. Los aspectos que el profesional deberá de evaluar son los siguientes:
- Postura, tono y fuerza muscular: respuesta muscular voluntaria desde la situación de reposo, corrección postural, relajación global y segmentaria, fortalecimiento muscular y coordinación dinámica.
- Respiración: capacidad respiratoria, dinámica y coordinación respiratoria, tipo respiratorio, ritmo respiratorio, coordinación neumo – fonatoria, regulación y control de la presión espiratoria.
- Audición: percepción, atención, discriminación y memoria secuencial auditivas y conciencia fonológica.
- Fonación: mecanismos para afianzar la intensidad, el tono, el timbre y la duración de las emisiones sonoras, regulación y control del ataque glótico, modulación e inicio y final fonatorio.
- Articulación: entrenar las diferentes estructuras silábicas, los fonemas en sus diferentes posiciones, mejora del modo y punto de articulación, corregir defectos por omisión, sustitución o distorsión de fonemas, precisión en la dicción inducida y expresión verbal espontánea.
- Componentes lingüísticos: campos semánticos y fluidez léxica, construcción morfosintáctica, capacidad narrativa y expresión verbal y dominio pragmático del lenguaje.
- Prosodia: control de la velocidad, ritmo, pausas, acentuación e inflexiones tonales.
- Ayudas técnicas: puede ser muy beneficioso el uso de ordenadores, comunicadores, tabletas, juguetes adaptados, sistemas de comunicación y plataformas web de rehabilitación y estimulación neurocognitiva.
- Metodologías específicas: si fuese necesario, se incorporarán al programa modalidades terapéuticas como Bobath, Tardieu, etc.
El tratamiento logopédico debe de iniciarse de forma gradual, aumentando la duración e intensidad de las sesiones pero siempre adecuándose a las capacidades cognitivas, conductuales y físicas del paciente. El tratamiento debe de centrarse en conservar la funcionalidad motora de la musculatura encargada en la producción verbal y de la deglución y todo lo que ello implica.
¿Qué papel tiene el Terapeuta Ocupacional en la recuperación de la funcionalidad en estos pacientes?
Para que una persona pueda aprovechar al máximo el servicio de Terapia Ocupacional se debe realizar una buena valoración en la que se identifiquen los problemas y las preocupaciones de la persona con Ataxia y/o su entorno más cercano, también se identifican aquellas características positivas y potenciales de la persona que se utilizarán durante todo el proceso de intervención.
Algunas de las estrategias que podemos utilizar son:
- Modificaciones del contexto o entorno físico: productos de apoyo como por ejemplo giradores de llaves, colchones antiescaras, grúas de traslado.
- Modificaciones en las demandas de actividad: se asesoran sobre las adaptaciones para la realización de actividades, por ejemplo: sillas de ruedas de propulsión eléctrica, adaptadores para la alimentación, aseo personal, vestido y baño.
- Prevención en las características del paciente: se asesora al paciente sobre las ventajas del uso de férulas, ejercicios de higiene postural y así prevenir problemas como deformidades y úlceras.
- Recomendar siempre la realización de actividades para fomentar las relaciones interpersonales y sociales.

