Autoconcepto y autoestima

AUTOCONCEPTO Y AUTOESTIMA escrito por Maria José Jorge, psicóloga de XiCaEs

Después de la introducción en la última publicación “Conocernos Mejor” sobre aquellos aspectos claves que nos pueden ayudar no sólo a conocernos mejor, sino también a controlarnos y a establecer relaciones de éxito con los demás, vamos a profundizar un poco más en el concepto de autoestima, clave en el desarrollo y calidad de vida de las personas.

La delimitación conceptual de ambos conceptos, autoconcepto y autoestima, no es del todo clara, hasta el punto que ambos se utilizan indistintamente para referirse al conocimiento que la persona tiene de sí misma. Se podría hablar de dos dimensiones de este conocimiento: por un lado la dimensión cognitiva que correspondería al autoconcepto y por otro lado la dimensión afectiva de la autoestima.

El autoconcepto es, como dice su nombre, el concepto que tenemos de nosotros mismos. Varios son los factores que van a ser determinantes en la construcción de nuestro  autoconcepto:

  • La actitud o motivación: es la tendencia a reaccionar frente a una situación tras evaluarla como positiva o negativa. Es la causa que impulsa a actuar. Por tanto, será importante plantearse los porqués de nuestras acciones para no dejarnos llevar simplemente por la inercia o la ansiedad.46
  • El esquema corporal: supone la idea que tenemos de nuestro cuerpo a partir de las sensaciones y estímulos. Esta imagen está muy relacionada e influenciada por las relaciones sociales, las modas, complejos o sentimientos hacia nosotros mismos.
  • Las aptitudes: son las capacidades que posee una persona para realizar algo adecuadamente (inteligencia, razonamiento, habilidades, etc.).
  • Valoración externa: es la consideración o apreciación que hacen las demás personas sobre nosotros. Son los refuerzos sociales, halagos, contacto físico, expresiones gestuales, reconocimiento social, etc.

Por otro lado, la palabra autoestima está compuesta por dos conceptos: auto, que alude a la persona en sí y por sí misma y estima, que alude a la valoración. Por tanto, podemos definir la autoestima como la valoración que una persona hace de sí misma.

La autoestima comprende dos elementos psíquicos:

1) La consciencia que cada uno tenemos acerca de nosotros mismos, de cuáles son los rasgos de nuestra identidad, cualidades y características más significativas de nuestra manera de ser: autoconcepto.

2) El segundo componente es un sentimiento: el aprecio y amor que experimentamos hacia nuestra propia persona, la consideración que mantenemos hacia nuestros intereses, creencias, valores y modos de pensar.

Nos vamos a encontrar con que la calidad de vida personal está notablemente influenciada por la forma en cómo cada persona se percibe y se valora a sí misma. La autoestima es una necesidad psicológica básica que tenemos de cubrir para alcanzar un desarrollo armónico con nuestra personalidad. Nos ayuda a seguir adelante con nuestros planes y proyectos:

  • Porque hace crecer nuestra imagen interna.
  • Nos da fuerza, mantiene la motivación ante fracasos y fallos.
  • Nos ayuda a fijar metas y aspiraciones posteriores.

Cuando la valoración que hacemos de nosotros mismos es beneficiosa para nuestra calidad de vida se puede decir que tenemos una autoestima positiva, mientras que si es perjudicial nos hallamos ante una autoestima negativa.

Autoestima positiva

La autoestima positiva aporta un conjunto de efectos beneficiosos para nuestra salud y calidad de vida, que se manifiestan en el desarrollo de una personalidad más plena y una percepción más satisfactoria de la vida:

  • Aumenta la capacidad de afrontar y superar las dificultades personales al enfrentarnos a los problemas con una actitud de confianza personal.
  • Fomenta la capacidad de adquirir compromisos y por lo tanto de ser más responsables al no eludirlos por temor.
  • Potencia la creatividad al aumentar la confianza en nuestras propias capacidades personales.
  • Fundamenta la autonomía personal, al aumentar la confianza en nosotros mismos tenemos más capacidad de fijar nuestras propias metas.
  • Nos permite establecer relaciones sociales más igualitarias y satisfactorias, al ser más asertivos y enfrentarnos a los conflictos con actitud positiva.

Autoestima negativa

Cuando la autoestima es negativa, nuestra salud se resiente porque nos falta confianza en nosotros mismos para abordar los sucesivos retos que nos presenta la vida desde una perspectiva positiva y esto hace que nuestra calidad de vida no sea todo lo óptima que pudiera ser.

Al faltarnos confianza personal, disminuye nuestra capacidad para enfrentarnos a los múltiples problemas y conflictos que se nos presentan en la vida. La falta de confianza hace que evitemos los compromisos y por lo tanto abordemos nuevas responsabilidades, privándonos así de una mayor riqueza en nuestras experiencias vitales, o bien cuando afrontamos nuevos compromisos nos abruman las responsabilidades, siendo nuestro umbral de resistencia al conflicto más limitado. No contribuye a fomentar nuestra creatividad, puesto que no confiamos en nuestras capacidades personales.

Al faltarnos autoconfianza, difícilmente nos fijamos metas y aspiraciones propias, por lo que somos más vulnerables a actuar de acuerdo con lo que se espera de nosotros y no de acuerdo a nuestras propias decisiones. Las relaciones que establecemos con otras personas no son de igualdad, dado que nuestra falta de confianza nos impide abordar los conflictos personales desde una perspectiva igualitaria, adoptando muchas veces actitudes sumisas o bien agresivas.

Difícilmente, una persona con una baja autoestima podrá adquirir las habilidades necesarias para la autodeterminación. La autoestima se va formando a lo largo de nuestra vida. El proceso de formación de la autoestima se inicia desde nuestras edades más tempranas y continúa a lo largo de la edad adulta.

El proceso de mejora de la autoestima es un proceso de aprendizaje, en el que juegan un papel fundamental diversas claves, así como un trabajo continuo de crecimiento personal.

En la formación de la autoestima influye el entorno familiar próximo y el contexto cultural en el que nos desarrollamos. Los modelos familiares se transmiten influyendo en su configuración no sólo la vinculación afectiva con el mundo adulto, sobre todo con el padre y la madre, sino también el mayor o menor aprecio que se hace de nuestro comportamiento y lo que se espera de nosotros por el hecho de ser mujeres u hombres. Desde pequeños, interiorizamos una serie de creencias acerca de lo que se espera de nosotros, que vamos asumiendo y al llegar a la edad adulta tendemos a reafirmarlas.

María José Jorge Esteve- Psicóloga

Licenciada en Psicología en la Universitat Jaume I. Especialista en Desarrollo Infantil y Atención Temprana.

Trayectoria profesional: Amplia experiencia en apoyo a personas afectadas de parálisis cerebral y patologías afines. 

Actualmente trabaja como psicóloga en XiCaEs realizando intervenciones con niños con capacidades especiales y sus familias.