Nuevas morbilidades en atención temprana

NUEVAS MORBILIDADES EN ATENCIÓN TEMPRANA escrito por Maria José Jorge, psicóloga de XiCaEs

Recordando anteriores publicaciones, entendemos por Atención Temprana el conjunto de intervenciones, dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos.

Hace ya años que la Atención Temprana ha dejado de ser un servicio puntual de estimulación para niños con diversidad funcional para convertirse en una parte esencial del sistema de protección social, de las oportunidades de educación y de las necesidades de salud personal de todos los niños. La consideración de la etapa 0-6 como una fase sensible y trascendente para el desarrollo personal, nos obliga a cuidar de forma integral la salud de los niños y también la necesidad de que estén inmersos en relaciones adecuadas y rodeados de entornos que faciliten la riqueza de experiencias.

Es un hecho irrefutable que la infancia en general y la primera infancia en particular, se ha beneficiado en España y en los países de nuestro entorno de la implantación y desarrollo de políticas del estado del bienestar. La universalización de la vacunación obligatoria y de la atención sanitaria; el seguimiento del embarazo y la atención al parto; los programas de prevención y detección precoz desde atención primaria y, en general, las políticas sanitarias públicas han permitido una disminución radical de la mortalidad y morbilidad infantil. Sin embargo no es esa la impresión que se percibe en los servicios de infancia, sean educativos, sociales o sanitarios, ni la interpretación que obtendremos si al marco de análisis de la situación de salud se incorporan los problemas del desarrollo infantil: de atención, de comunicación, de conducta, de afectividad, de motricidad, de sensorialidad, de regulación, de lenguaje, de nutrición o, más recientemente, de adicción a las pantallas.

Asistimos así a la paradoja de que la mejora en indicadores de salud está a la par con un incremento y diversificación de estas morbilidades, “nuevas morbilidades” o “morbilidades de milenio” las cuales se encuentran vinculadas al profundo cambio de los escenarios de vida familiar y social que se recorren durante la infancia y la adolescencia. Es interesante comprobar cómo hemos pasado de problemáticas vinculadas al concepto clásico de diversidad funcional (ceguera, sordera, parálisis cerebral, cuadros sindrómicos) a un aumento significativo de los trastornos de la afectividad, la comunicación y la regulación de la conducta, de vinculación, adaptativos, de espectro autista y atención, así como a la multiplicación de problemas en el ámbito de la adquisición del lenguaje, los hábitos o la autonomía personal. Además, reseñar la gravedad y difícil reversibilidad de algunas de las problemáticas que debemos abordar cuando se solapan trastornos afectivos, de la comunicación, de la interacción, del lenguaje y/o del aprendizaje o nos encontramos ante cuadros de origen poligénico y multifactorial.

En los últimos años se han ido identificando y cuantificando cada vez mejor en España algunas de estas experiencias adversas o factores de riesgo para el desarrollo, lo que permite disponer de una panorámica mucho más objetiva de los niños y las familias que se encuentran en situaciones que precisan un mayor apoyo de los recursos públicos y en muchos casos Atención Temprana: malformaciones congénitas; prematuridad; recién nacidos con bajo peso; situaciones de maltrato;  situaciones de malnutrición; cifras  cada vez mayores de pobreza infantil.

Para la primera infancia, el auge de la movilidad social que se está dando en las sociedades conlleva un aumento de las oportunidades de mejora del desarrollo personal, pero, a su vez, también un incremento y diversificación de los factores que pueden inducir un riesgo para el niño durante esta etapa. Un número creciente de niños está involucrado en situaciones de gran fragilidad y vulnerabilidad durante los primeros años de su vida. La confluencia de una gestación cada vez más inmadura (prematuridad, partos múltiples), el cambio de los modelos tradicionales de crianza (nuevos tipos de familia) y el incremento de las situaciones de estrés cotidiano (cambio social), afectan, en este sentido, a un gran número de familias.

UNICEF señala por estos motivos que la experiencia de la Atención Temprana se dirija hacia todos los niños. A estos efectos nada mejor que aproximar los servicios de la Atención Temprana a la comunidad, no sólo como un sistema personalizado de intervención sino también como un modelo de calidad que hay que incorporar a las prácticas de los futuros padres y a la formación de las figuras de crianza.

Junto a ello hay que tener en cuenta que la Atención Temprana debe de incidir especialmente en aquellos niños con trastornos generalizados del desarrollo, para que tenga mayores posibilidades de llevar a cabo todo su desarrollo potencial y conseguir así una más completa adaptación e integración del menor a los ámbitos familiar, escolar y social.

Por todo lo dicho anteriormente se proponen tres niveles de intervención de la Atención Temprana en la atención a la infancia: promoción y prevención dirigida a la población infantil en general; programas sanitarios, educativos y sociales dirigidos a los grupos de riesgo e intervención con niños con trastornos del desarrollo y sus familias. Esta intervención se lleva a cabo a través de distintos ámbitos de actuación en los que intervienen profesionales de la Atención Temprana, como los distintos Servicios Sociales, los Centros de Desarrollo Infantil y Atención Temprana (CDIAT), los Servicios Educativos y los Servicios Sanitarios.

María José Jorge Esteve- Psicóloga

Licenciada en Psicología en la Universitat Jaume I. Especialista en Desarrollo Infantil y Atención Temprana.

Trayectoria profesional: Amplia experiencia en apoyo a personas afectadas de parálisis cerebral y patologías afines. 

Actualmente trabaja como psicóloga en XiCaEs realizando intervenciones con niños con capacidades especiales y sus familias.